110 años de la UNAM...

 La UNAM cumple 110 años de su inauguración

El historiador y político campechano, Justo Sierra, fue el principal impulsor de la casa de estudios y pronunció su discurso inaugural.

01 de octubre de 2020





La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) cumplió 110 años de su inauguración este 22 de septiembre. 

El 22 de septiembre de 1910, el historiador y político campechano, Justo Sierra, dio el discurso inaugural de la institución.

Sierra fue un incansable promotor de esta casa de estudios, desde que envió una iniciativa a la Cámara de Diputados en 1881. Su intención fue la de contar con un centro de estudios de alto nivel, tras la clausura de la antigua Universidad de México en 1860 por el emperador Maximiliano.


Señaló Sierra en su iniciativa: “una Universidad es un centro en donde se propaga la ciencia, en que se va a crear ciencia; ahora bien, señores diputados, la ciencia es laica, la ciencia no tiene más fin que estudiar fenómenos y llegar a esos fenómenos últimos que se llaman leyes superiores. Si la ciencia es laica, si las universidades se van a consagrar a la adquisición de las verdades científicas, deben ser, por la fuerza misma del término, instituciones laicas”.


Tuvieron que pasar 29 años para que se concretara la ambición de Sierra y sus palabras resonaran en el anfiteatro de la Escuela Nacional Preparatoria. “Esta escuela forma parte integrante del Estado, corresponde a una obligación capital suya, la considera como un servicio público, es el Estado mismo en función del porvenir”, fue el dibujo de la misión de la UNAM en palabras de su principal promotor.

El entonces presidente, Porfirio Díaz Mori, escuchó sus palabras y con este acto se cumplió el decreto del 26 de mayo de ese mismo año, que formalizó su Ley Constitutiva.

El primer rector fue Joaquín Eguía Lis, abogado que había sido profesor y rector del Colegio de San Ildefonso.

La autonomía universitaria llegó 19 años más tarde, por decisión del presidente Emilio Portes Gil, quien además dispuso la creación de la actual Ciudad Universitaria. 

Las escuelas que se sumaron a la naciente Universidad Nacional fueron: el Colegio de Minería, fundado en enero de 1792; la Escuela Nacional de Medicina, fundada en 1833; la Escuela Nacional Preparatoria, fundada el 3 de febrero de 1868, y la Escuela Nacional de Jurisprudencia, fundada en 1868, entre otras.

Con un sentido histórico, Justo Sierra ligó en su discurso el nacimiento de la UNAM a la suerte de la Universidad de París, la Universidad de Salamanca y la Universidad de California:

“El pueblo de México y su gobierno, y la Universidad a cuyo nacimiento asistís como buenas hadas, señores delegados universitarios, os dan por vuestra deferencia las gracias más efusivas y os ruegan que las transmitáis a vuestras universidades respectivas, a quienes desde hoy consideramos como nuestras hermanas maternales, como nuestras consejeras, como nuestras amigas.

“Tres de entre ellas han sido llamadas por eminentemente representativas, para apadrinar en nombre de todas, porque todas habrían merecido esta distinción, este acto que quedará marcado hondamente en los anales de la vida moral de México: la Universidad de París, la que enseñó a la Edad Media su lenguaje intelectual, la que inició la vida del pensamiento puro, alzando desde lo alto de Santa Genoveva la antorcha de Abelardo, que casi era una protesta, que era casi una herejía; la Universidad de París, la maestra universal, el alma mater de cuatro siglos de teología y filosofía, la que con su vida y su agonía larguísima y con su muerte y su transformación imperial y su espléndida resurrección de hoy, prueba que la inteligencia está condenada a eclipses y catalepsias cuando no respira su oxígeno, que es la libertad.

“La Universidad de Salamanca, en cuyos estatutos se sembró la planta exótica de nuestra Universidad colonial, porque representa nuestra tradición, porque en ella queremos proclamar nuestro abolengo, del que, a riesgo de ser tenidos no sólo por ingratos, sino por incapaces de sentido histórico, es decir, por incapaces de cultura, no podemos renegar, como no renunciamos tampoco a nuestro abolengo indígena, dígalo nuestro orgullo en refundir en la misma religión cívica las memorias del azteca Cuauhtémoc, del criollo Hidalgo y del zapoteca Juárez.

“La Universidad de California, nuestra amiga más antigua, con ser tan joven, tipo de estas instituciones tales como en América se conciben, abiertas de par en par a las corrientes nuevas, buscadoras de todas las enseñanzas, de cualquiera procedencia que sean, con tal que dejen su simiente en el suelo patrio y que, bajo la altísima dirección intelectual y moral de su presidente, puede tomar como lema el apotegma de William James: ‘La experiencia inmediata de la vida resuelve los problemas que desconciertan más a la inteligencia pura’.

“A estas tres universidades asociamos, en nuestro afecto y nuestra gratitud, a todas las otras que nos han enviado sus saludos de simpatía, o que han venido aquí en las personas de sus enviados. El cerebro moderno ellas lo componen; la unidad del mundo intelectual, de la civilización humana, ellas la constituyen; la acción benéfica de la ciencia sobre el desenvolvimiento social parte de ellas, sobre todo; el día, hagamos votos porque no esté lejos, en que las universidades se liguen y confederen en la paz y el culto del ideal en el progreso, se realizará la aspiración profunda de la historia humana”.

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